De acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (GyCEI) 1990-2019, el sector de transporte fue la categoría con mayor contribución de emisiones en ese periodo. En 2019, el sector transporte fue el segundo mayor emisor de GyCEI, con una contribución de 18.5 por ciento de las emisiones totales en México, de las cuales 92 por ciento corresponden al autotransporte.
Dichas emisiones se consideran directas, es decir, las emisiones causadas por la combustión interna de hidrocarburos en los motores o en la generación de la electricidad que requieren los motores eléctricos. Si a esto se añaden las emisiones indirectas, es decir, las emisiones asociadas a la fabricación y envío de los automóviles y las emisiones asociadas a la producción de cemento que fue requerido en la construcción de las calles y carreteras por las que circulan los vehículos, las emisiones totales asociadas al transporte de personas y mercancías que requieren los vehículos automotores es considerablemente más alto.
De manera adicional, el transporte es una de las principales fuentes de contaminación atmosférica de las ciudades que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tuvo un costo de $693,760 millones en 2019.
Si sabemos que reducir las emisiones del sector transporte es fundamental para mitigar los efectos del cambio climático y mejorar la calidad del aire en el país, la siguiente pregunta que debemos plantearnos es cómo lograrlo. La respuesta más simple, que no por ello sencilla, es hacer los viajes lo más eficiente posibles o, dicho de otra manera, mover a más personas y mercancías con la menor cantidad de viajes.
La mayor parte de los viajes de autotransporte (y las emisiones de GyCEI asociadas a estos) se hacen con automóviles privados, por lo que reducir estos es la medida con mayor impacto potencial en la reducción de emisiones.
Esto se puede impulsar de varias maneras, como las enlistadas a continuación:
La disminución del número de automóviles en las calles representa una reducción de la congestión vial, lo que también impacta en el tiempo de traslado y productividad de las personas y ciudades, y aumenta su tiempo libre para actividades personales y familiares.
Si el transporte público es la medida con mayor potencial para reducir emisiones, la siguiente pregunta es cómo se puede hacer este más conveniente, eficiente, cómodo y seguro para reemplazar viajes individuales.
En tema de costos, elegir el transporte público en vez del automóvil no parecería ser tan difícil. El costo de los automóviles representa un gasto considerable para quien tiene la oportunidad de elegir este medio de transporte, no sólo por el costo de adquirir el vehículo, sino por los gastos adicionales como gasolina, seguro, mantenimiento, emplacamiento, entre otros. Sin embargo, la compra y uso del auto privado en México sigue en aumento ya que se percibe como un medio más seguro, cómodo y práctico que el transporte público.
Adicionalmente, la pandemia de COVID-19 provocó una reducción en el número de personas usuarias de transporte público, ya que se le consideró como un espacio potencial de contagio.
Para frenar, o idealmente revertir el número de viajes individuales en automóvil privado, el transporte público no sólo debe ser una opción más económica que el transporte privado, sino que se deben cuidar varios elementos adicionales:
Para que los servicios de transporte público sea rentables, estos puntos se deben conciliar con la intención de aumentar el número de pasajeros para reducir las emisiones por traslado de personas. Para ello, es importante optimizar los sistemas de transporte público: tratar de empatar la demanda de traslado de la población con la oferta del servicio; en horarios de mayor demanda disponer un mayor número de unidades con una alta ocupación, pero no sobrepasadas; y tratar de reducir viajes con pocas personas usuarias, lo que además hace más eficiente y rentable el servicio y permite mejoras adicionales del mismo.
El proyecto “Transición hacia un Sistema Integrado e Inteligente de Transporte Público en México” (TranSIT), implementado por la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ) en México por encargo del Ministerio Federal alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ, por sus siglas en alemán), tiene el objetivo de apoyar a estados y ciudades de México a mejorar la calidad y eficiencia de sus sistemas de transporte público, así como reducir emisiones de GyCEI en el proceso. A nivel federal, el proyecto trabaja en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU).
Además de apoyar proyectos demostrativos en reducción de emisiones por persona pasajera, el proyecto trabaja en los siguientes puntos:
Actualmente, el proyecto TranSIT trabaja con los estados de Puebla, Oaxaca y Yucatán y la ciudad de León, en Guanajuato, con la visión de impulsar los sistemas en estos lugares y de manera posterior promover la diseminación de buenas prácticas a más sistemas de transporte público en el país.
Mejorar la movilidad no sólo es fundamental para enfrentar problemáticas ambientales y de salud en México, sino para el desarrollo económico y en la accesibilidad, equidad y derecho a la ciudad de sus ciudadanas.