Las políticas de movilidad urbana son una de las áreas principales en la que las ciudades pueden aportar con acciones concretas a las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esto se puede dar especialmente mediante la inversión y promoción de modos de movilidad bajos en carbono o de cero emisiones, como las formas de movilidad activa, que tienen una amplia esfera de acción en salud, cambio climático, economía y espacio público, así como en seguridad vial e inclusión social.
Por ejemplo, el diseño de calles completas o compartidas, además de propiciar una movilidad activa (peatones y ciclistas), segura y sustentable, es la punta de lanza para modificar el espacio vial y la distribución de modos de transporte en el largo plazo con oportunidades para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en las ciudades.
Por contraste, la falta de infraestructura segura y adecuada para modos de transporte no motorizados o de micromovilidad, el limitado acceso universal para personas con discapacidad y las precarias áreas peatonales hacen que las ciudades sean poco sustentables. Asimismo, la normativa vial resulta deficiente o inexistente en varias ciudades del país, complicando la implementación de estrategias y proyectos de movilidad no motorizada en el territorio.
Desde la GIZ buscamos impulsar soluciones técnicas para promover proyectos integrales de movilidad no motorizada. Para lograr esto: