Nada es particularmente difícil si lo divides en pequeños trabajos. – Henry Ford
En la planeación de cualquier proyecto se incluyen elementos como objetivos, indicadores, resultados e impactos que se esperan alcanzar al finalizar el periodo de implementación. Quienes desarrollan los proyectos quieren saber y ver que van por buen camino, que pronto llegarán a la meta. Pero, ¿cómo se hace para seguir el avance de los proyectos, más allá de las “percepciones” de las personas involucradas?
La recomendación estándar de estrategas administrativos es recolectar datos de forma rutinaria para medir los avances hacia el cumplimiento de los objetivos planteados. Al inicio, esto sirve para obtener la línea base o información de salida, con la cual se comparará el desempeño del proyecto en cuestión. Durante el tiempo de implementación, estos datos se utilizan para determinar si es necesario hacer ajustes a las actividades, de manera que al final se llegue a los objetivos plateados. Este proceso se llama monitoreo.
La Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH, como entidad de cooperación internacional, tiene como objetivo el fortalecimiento de capacidades de distintos actores a través de proyectos para abordar de manera colaborativa temáticas de interés social, económico y ambiental, como lo es la contaminación por residuos plásticos en el océano.
En el caso de México, uno de esos proyectos lleva por nombre “Protección de las regiones costeras mexicanas y sus ecosistemas marinos mediante la reducción de residuos plásticos (PROCEP)”, y es implementado por encargo del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Protección de los Consumidores (BMUV) de Alemania, el cual inició funciones en noviembre de 2021 y las concluirá en enero de 2025.
Uno de los objetivos e indicadores del proyecto es desarrollar una herramienta de seguimiento a los avances obtenidos a través del trabajo de diferentes actores para cuantificar que las acciones realizadas efectivamente tienen repercusiones en la disminución de fugas plásticas al océano.
Para el proyecto PROCEP, que colabora con 9 municipios a lo largo de la Costa de Oaxaca[1], obtener una línea base requirió tiempo y trabajo de especialistas en campo, para tener una primera imagen de cómo se encuentra el manejo de los residuos sólidos y las necesidades para lograr una gestión integral y prevención. Este proceso demostró que es necesario simplificar la cantidad y tipo de información que se pretende obtener de los municipios, como la cantidad de vehículos de recolección, los ingresos a sitios de disposición final, etc., para que sean estos mismos los que generen los datos como parte de sus actividades rutinarias y no dependan de otras instancias. Además, se definió la persona o dependencia que genera la información, así como su frecuencia.
Un eslabón importante para el proyecto fue encontrar el mejor tipo de herramienta o sistema que permitiese recopilar datos y procesarlos de manera sistémica, ya que las herramientas de monitoreo con que se contó al inicio del proyecto resultaron ser demasiado complejas para el uso con las contrapartes municipales y poco accesibles para alcanzar el objetivo buscado; su funcionalidad se orientaba más bien al ámbito académico. Al final se llegó al diseño de un sistema simple que, a través de la simulación del flujo de residuos sólidos, y basados en factores para cada municipio de la costa de Oaxaca, permite calcular el potencial de fuga de residuos plásticos al océano. Este es el Sistema de Monitoreo y Evaluación PROCEP.
A partir del sistema de monitoreo y evaluación se modeló una línea base y con ella se estableció una serie de propuestas de toma de decisiones para realizar ajustes a las actividades que desarrollan los municipios y otros actores, como las estaciones de agua o las restricciones al uso de bolsas plásticas, con el objetivo de reducir el consumo de plásticos de un solo uso y la generación de residuos sólidos (incluidos los plásticos), y así disminuir el riesgo de que se fuguen al mar. Esto fue el enfoque de prevención.
Pero también fue necesario tener un enfoque en el manejo y la gestión de residuos sólidos, donde la meta fue reducir la cantidad de residuos que se quedan fuera del alcance de los sistemas de limpia municipales y de otros prestadores de servicios, como los recolectores base.
De esta manera, la siguiente figura resume los objetivos y resultados esperados por la intervención del proyecto en la Costa de Oaxaca.
Se estableció que el valor objetivo de reducción de la entrada de residuos plásticos al mar en la Costa de Oaxaca sea del 20 por ciento, considerando que las intervenciones en municipios pueden combinarse de la siguiente manera:
Para reducir de consumo de plásticos se han implementado en 6 proyectos en turismo y pesca:
Aumentar la recolección y reciclaje de residuos sólidos (y residuos plásticos) para los sistemas municipales:
Al final de la intervención del proyecto, prevista para inicio de 2025, se evaluarán los resultados. Esto ayudará a medir el grado en el que las actividades del proyecto cumplieron con los objetivos y la medida en el que los resultados pueden atribuirse a las intervenciones aplicadas. El resultado al ejecutar un programa o intervención es lo que se mide después de realizar una actividad, casi siempre de forma inmediata o a mediano plazo.
Con unos meses más de implementación acompañando a los municipios de la Costa Oaxaqueña, el proyecto espera que estas acciones y estrategias para reducir la cantidad de residuos sólidos y plásticos continúen de forma autónoma por más tiempo. La importancia del monitoreo va más allá de las mejoras en la operación diaria, ya que recae en que aquellas instituciones se apropien del mismo y lleguen a un análisis de información que lleve a la toma de decisiones y evaluación final de la intervención.
No solo durante el tiempo de implementación de un proyecto de cooperación se tienen resultados, los impactos van más allá de cuando concluye la cooperación con la GIZ, puesto que lo que se busca es también la sostenibilidad de las acciones en el tiempo.
En resumen: un buen sistema de monitoreo y evaluación debe ser capaz de proveer información pertinente, oportuna, veraz y sintética sobre los diferentes ámbitos y dimensiones del desempeño, de los programas y proyectos que se ejecutan, así como de las instituciones involucradas. Todo un paso a la vez.
[1] Estos municipios son: Salina Cruz, Tehuantepec, San Blas Atempa, Santa María Huatulco, Pochutla, Santa María Tonameca, Colotepec, Mixtepec y Villa de Tututepec.